miércoles, 14 de septiembre de 2016


ANALISIS VISUAL DE UNA OBRA DE ARTE

La Barca de Caronte
De José de Benlliure



Análisis de una Obra de Arte




La Barca de Caronte (1919). Óleo sobre lienzo, 103 x 176 cm .

José Benlliure Gil. Valencia, Museo de Bellas Artes








DATOS BIOGRÁFICOS:


José Benlliure y Gil fue un pintor español. Nació en el barrio de Cañamelar en 1855 en el seno de una familia de amplia tradición artística, no obstante, su propio hermano fue el escultor Mariano Benlliure, y él más tarde fue uno de los maestros de su otro hermano, Juan Antonio BenlliurE. En su arte logró un estilo muy personal que retrataba tanto temas sencillos como grandiosos. Comenzó sus estudios a los catorce años de edad en la Escuela de San Carlos, donde tuvo como maestro a Francisco Martínez Marqués. Ante las muestras de talento que ofrecía el joven José, fue enviado a la escuela española de Roma (1879). Ganó una primera medalla en la Exposición Nacional de 1887 con La visión del Coliseo. En el año 1888 viajó a Argelia y en 1897 a Marruecos.

Perteneció a la Academia de San Fernando (Madrid), San Lucas (Roma), San Carlos (Valencia), Brera (Milán) y Múnich. En 1901 asumió la dirección de la de Bellas Artes de España en Roma.

Visitó las más importantes capitales Europeas y regresó a Madrid. Años más tarde en 1879 se estableció en Roma. Conoció a Martín Colnaghi, negociante inglés muy acaudalado que le compró toda su producción de dos años a cambio de 150.000 francos, y sus cuadros comienzan a ser conocidos en Francia e Inglaterra. La cotización de José Benlliure subió notablemente, ya que galerías tan reputadas como Causins en Londres, Spitzaer en París y la de Vandervill en Nueva York se disputaban sus cuadros

Cultivó la pintura costumbrista y la de temas religiosos. La parte costumbrista en la actualidad representa un testimonio de la Valencia de ayer. En sus lienzos aparecen personajes populares, de manera semejante en cuanto a temática religiosa retrata personajes eclesiásticos, como Cardenal romano o Sacerdote revestido. Dentro de su pintura religiosa existe una parte de clara evocación fantástica y simbolista, reflejada en La barca de Caronte.

Muere en Valencia en 1937.



DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS FORMAL DE LA OBRA:


La obra se presenta en un formato rectangular de 103 x 173 cm. Con el título: “La Barca de Caronte”. Se observan como ejes principales líneas compositivas diagonales (en la postura de Caronte y el remo que sostiene, así como en el cúmulo de almas que salen al fondo de la barca), ortogonales (la línea del horizonte como también la línea que insinúa la barca). En cuanto a forma se aprecian figuras compositivas principales como el trapecio, por lo cual la composición es trapezoidal encontrándose los vértices en un recorrido visual que empieza en la cabeza de Caronte luego la dirección de la mirada va hacia el pasajero que se sujeta la cabeza, sus manos dirigen el recorrido hacia los sumergidos y el brazo de uno de ellos señala hacia la derecha donde el recorrido bifurca por un lado nuevamente en el rostro de Caronte y el otro hacia el sumergido del lado derecho del cuadro quien dirige el recorrido nuevamente hacia Caronte, y esto da inicio a nuevos recorridos visuales.



También se observa formas geométricas dentro de la composición (tales como el triángulo rectángulo, romboide, etc.). En cuanto a valor encontramos que la paleta está resuelta en escala tonal alta por el uso del alto contraste de las figuras. La luz es manejada de manera artificiosa y arbitraria aparentemente cenital, más bien proveniente del lado superior izquierdo se maneja libremente a la hora de estudiar los volúmenes y matices en los personajes otorgándole una jerarquía protagónica (Caronte posee un alto contraste lumínico a comparación de los demás lo que le atribuye un protagonismo por estar resaltado). Justamente sobre la jerarquía de los personajes, se observa a Caronte como protagonista escénico por ubicación (está casi al centro de la composición), es el único que aparece de cuerpo completo, luego le siguen los personajes a bordo de la barca por resalte cromático (son los más luminosos en la escena). La gama cromática esta manejada con pertinencia así tenemos la presencia de colores cálidos en el primer plano sobre los personajes y en el horizonte mesuradamente; y el manejo de la gama fría para los últimos planos otorgándole dimensionalidad; también se observa el manejo de colores complementarios en la composición.
La obra además muestra a diversos personajes en una barca así como otros flotando sobre las aguas entre otros que asoman un torso y al fondo un cúmulo de personajes flotantes en atmósferas vaporosas y que se inclinan hacia el lado derecho de la composición. Describiendo a los personajes se observa la figura de un anciano con túnicas rasgadas apoyado sobre un remo, dos pasajeros femeninos de túnicas blancas entre otros que se muestran ocultando el rostro o recostados, una lechuza en un extremo de la barca, en el fondo se vuelve a observar una cúmulo de personajes fantasmagóricos flotando sobre las aguas dirigiéndose hacia la derecha, en la parte inferior se encuentran sumergidos otros personajes.
Existe una identificación de los contornos de los elementos  a través de la línea y el dibujo, la línea es discontinua a manera de trazo sobre trazo, en algunos casos tenues y concisos, esto aporta un lenguaje propio otorgándole dinamismo y dramatismo.

El manejo de la perspectiva permite la representación ficticia de la tercera dimensión a través de la jerarquía de personajes por tamaño, como también el uso de atmosferas entre las figuras y el difuminado de los contornos. Por ello el volumen está presente a través del modelado  de las formas mediante el uso del color. Los personajes se relacionan también por los gestos,  donde Caronte ostenta el dominio ya que todos los gestos de los demás se subyugan a él; Caronte se observa como un anciano perturbado de mirada perdida e irascible sin una cota de humanidad más bien pétreo por su rigidez, viste túnicas rasgadas mostrándose terrorífico con la mirada perdida con unos ojos incendiados de ira como inyectado de locura. La féminas de blanco se muestran intimidadas por Caronte reflejando miedo y expectación, los otros pasajeros no dan la cara los embarga la vergüenza, el miedo, angustia y terror por la situación en la que se encuentran, los que se encuentran flotando en las aguas reflejan miradas de suplicio y angustia, se entiende que su situación es de sufrimiento, buscan salir de las aguas del rio Aqueronte, buscan el auxilio, la piedad. Al fondo se observa también un cúmulo de espectros que parecen estar emanando del rio o de la parte trasera de la barca, sus gestos se expresan a través del movimiento ya que sus rostros están difuminados, sus brazos extendidos, piernas flexionadas o estiradas envueltos en atmosferas vaporosas. Las únicas que dan la cara a Caronte son las mujeres sentadas en la barca que aunque sienten miedo por la apariencia de Caronte también reflejan la intimidación pero no reflejan el terror  que expresan los demás que además se muestran opacos, no como las mujeres que poseen túnicas blancas forzosamente iluminadas por una fuente de luz o bien pareciera que ellas son la fuente de esa luminosidad.

La técnica usada para esta representación es pintura al óleo (aglutinantes de pigmentos, aceites, trementina, resinas), sobre un lienzo. Al observar la obra podemos notar el tratamiento y la aplicación del pigmento sobre el lienzo; el uso de la pincelada es indiscutible, por el manejo de la atmosfera parece indicar un tratamiento a través de las veladuras que permiten la aplicación a manera de aguada y dando como resultado tonos traslucidos capa sobre capa. Además podemos observar que en las zonas de alto contraste existe una percepción del volumen y de las formas muy definidas, esto podría deberse a una aplicación del pigmento a manera de empastado, este atributo permite un realce del volumen comprendiéndose en la zona de la barba de Caronte así como en su vestuario. En todo caso la obra no la he observado directamente sino es un análisis en base a una reproducción fotográfica, pero por los indicios de la aplicación del material sobre el soporte se considera posible por estas observaciones.

La imagen muestra al barquero del hades Caronte el personaje de la mitología griega que tenía la función de llevar las almas de los muertos  través del rio Aqueronte, que los separaba del infierno. Caronte aparece como un anciano sin una pizca de humanidad, se muestra irascible perturbado, ajeno a cualquier contacto interpersonal. Caronte se entiende como símbolo del tránsito hacia el infierno, la muerte solo recibía las almas de los que habían sido enterrados y no podía transportar a cualquier vivo. Estos pasajeros estuvieron antes en la orilla del rio Aqueronte  y recorren las aguas del rio con destino al infierno para pagar por las culpas. Benlliure lo recrea además con una paleta cromática de grises azulados, el cuadro transmite lo lúgubre, lo inhóspito, la desolación, como también la cuestión de la muerte y hacia dónde va el hombre después de esta. Por el uso cromático que presenta una atmósfera etérea, el artista transmite en ella su estado anímico, y más que percibir una evocación mitológica  sobre el infierno como se asumía en aquel entonces (un lugar oscuro incendiado por doquier), se percibe un sentimiento de desolación, desasosiego, así como de lo incierto. En esta obra Benlliure plantea el tema de la muerte como destino, todos los ocupantes se destinan al hades irremediablemente pues se hallan en su barca que no lleva a otro paradero. Como la vida misma Benlliure propone un cuestionamiento sobre el destino del hombre, lo hace con un ánimo penoso, contrariado, y por la actitud de las féminas no resignado, ello también por el hecho de mostrar en el horizonte la luz del sol, un ingrediente inexistente en el inframundo mitológico griego. Aún sea lejano en el horizonte, Benlliure guarda una esperanza para el hombre, transmitido en aquella luz, un anhelo humanamente ingenuo, una esperanza que nos impulsa, que nos moviliza, que nos alumbra.



ANÁLISIS SIMBÓLICO:

Dentro de la pintura religiosa de Benlliure existe una parte que posee una clara evocación fantástica y simbolista, es precisamente la que se refleja en La barca de Caronte que responde a un misticismo que ronda lo fantasmagórico. Benlliure en esta obra retrata el tema mitológico, sobre la moral y el juicio de las acciones humanas con un planteamiento simbólico sobre la muerte y el castigo. Recrea además con expectación y terror, tal vez como una llamada de atención al espectador, una advertencia de actitud profética. Este cuadro está ligado a la etapa religiosa del artista a través de la mitología, un tema poco frecuente en él, ya que estaba acostumbrado a los retratos. La importancia de la obra, sin duda, es de consideración ya que esta obra en particular rompe con la linealidad del registro al que estaba acostumbrado el artista (Benlliure acostumbra realizar retratos cotidianos en paisajes naturales o en interiores), y articula particularmente, a diferencia de muchas de sus obras, una amplio espectro de significación simbólica, y por consiguiente, de interpretación.
En el aspecto contextual de la obra, esta se remonta a 1919, un periodo de crisis posterior a la Primera Guerra Mundial en el cual los distintos despliegues humanos de los países involucrados en esta guerra afectaron el normal desarrollo de la vida social de las ciudades, familias seccionadas comieron el pan de la angustia cada día, por sus familiares o amistades que partieron al campo de batalla. En España sucedían revueltas del movimiento obrero y divisionismos que ensombrecieron el panorama social bajo un clima de violencia.  Esto parece haberse apoderado del pincel de Benlliure y canalizarse así en este lienzo como una representación del destino humano por causa de la guerra, un verdugo que transporta las almas hacia la muerte en el mar de lo incierto. Como una alegoría, cargada de simbolismos y la manera como esta orquestada, dotada de expresividad y contrariedad, parece que en ella el autor ha volcado todas aquellas inquietudes, perturbaciones y cosas que no se había permitido en otras obras.
Lacan citó: “Ser psicoanalista es, sencillamente, abrir los ojos ante la evidencia de que nada es más disparatado que la realidad humana. Con esto Lacan se refiere a que para entender la realidad humana se necesita articular herramientas que nos permitan analizar los fenómenos  psicológicos del ser humano.
En este sentido Lacan establece tres aspectos de la experiencia humana: Lo imaginario, lo Simbólico y Lo Real.
En el orden de lo imaginario, tenemos en cuenta el aspecto referido a las construcciones mentales de la apariencia de la realidad con la que interactuamos y la cual nos afecta. En este sentido Benlliure nos muestra una escena imaginaria una representación mental que de manera implícita se desprende de lo real en su realidad contextual la cual le afecta y éste lo representa a través del pincel. En ese sentido, Benlliure describe una escena mitológica en el contexto de la crisis social global posterior a la Primera guerra mundial.
“La Barca de Caronte” presenta al barquero como protagonista. Un anciano de cabellos blancos y desaliñados de aspecto monstruoso con una mirada perdida, vestimenta desgarrada color sanguinolento que cubre poco su desnudez, este entre otros, son elementos resaltantes que definen su aspecto y a su vez articulan  lo siniestro de dicha representación.  Relacionándolo a su contexto, la Primera guerra mundial y la crisis española fueron acontecimientos que guiaron a la humanidad hacia la crisis de su tiempo, de manera simbólica la guerra sustantivada, guio el destino de millones de seres humanos hacia una muerte insólita, hacia el caos y la destrucción de aquella estructura social en la que se sustentaban, dejando como herencia incertidumbre y desolación. En el mundo contemporáneo la emergencia de lo siniestro, según Gonzales Requena, conlleva a la destrucción amórfica de la realidad, en cuanto existe una pérdida de la identidad, y lo desconocido, sin demostración, aquel impulso reprimido y convertido en angustia y que retorna, se manifiesta inquietante.
Caronte, de manera metafórica es quien guía el destino de los pasajeros que se sujetan a su merced, hacia las lejanías de aquel mar de lo incierto, de lo siniestro. La mirada se manifiesta como el objeto de deseo para Benlliure, es una mirada sin pupilas, una mirada siniestra, que no llena, sino espanta, no se puede saber las intenciones que oculta Caronte, su mirada pierde toda expresividad, por tanto es una mirada vacía, como la de un cadáver. En cambio la mirada de los pasajeros de la barca así como los que quedan fuera de ella, se perciben aún como humanas cargadas de expectación, contrariedad y fascinación, a su vez buscan la mirada de Caronte, buscan sujetarse a ella, pero el barquero no les retribuye la misma, por tanto hay goce, puesto que lo siniestro atrae y la mirada goza de lo siniestro. La mirada de Caronte es el goce de los pasajeros que dependen de él, así también es el goce del propio Benlliure por tal razón le otorga el protagónico además de darle el nombre  al cuadro; y es goce también del espectador en última instancia. Una mirada vacía que no comunica y es castradora de toda esperanza e ilusión que podría albergar la humanidad. 
Haciendo hincapié en este punto, la mirada castradora de Caronte (como personificación de los estragos de la guerra, de aquello que se entiende como el destino de la humanidad, de lo que le depara, es también un acercamiento perceptual a lo real), causa frustración e impotencia por el vacío de su mirada, porque no puede ser transgredida o escudriñada. Esta mirada da indicio de lo incognoscible, lo imposible de imaginar y simbolizar, pero aun así intuido a través del atributo de la falta: lo real. Y ¿qué viene a ser la falta para Benlliure? Aquello que se le atribuye a lo real y que a su vez permite alcanzar la completud, esto es, aquella expectativa de su deseo, de su imaginación. Y es que el artista tiene la necesidad de comprender los sucesos acaecidos y llenar esa falta, justamente aquello que se ha agregado a lo real como expectativa y que es imposible de conocer y que varía con el contexto; y esta deducción simplemente porque en Caronte se articulan lo simbólico y lo imaginario que son acercamientos o indicios de lo real pero bajo la imposibilidad de alcanzarlo, por ello trata de asirlo mediante su representación.
Hasta este punto me refiero al objeto a: la mirada como elemento pregnante y unificador de todos los elementos de la composición, pues sujeta (a las otras miradas), y llena todos los espacios en el cuadro. Dicho significante es inconsciente y concatena a los demás significantes (miradas), para articular el lenguaje de la obra.
Hablar de la falta implica a sus modalidades, aquellas que manifiestan su existencia: la privación, la frustración y la castración. En el cuadro, Benlliure manifiesta aquella angustia de la castración. La falta de la castración se expresa en la falta de la mirada, en la falta de pupilas en Caronte, una mirada que no retorna que es cadavérica y siniestra, inyectadas de locura; y ya que es producto de la angustia o goce,  por consiguiente, pierde la línea de la realidad y esto se ve traducido en dicha distorsión de la representación.
En el cuadro de Benlliure, la pulsión escópica manifestada por su deseo, no puede ser satisfecha ya que no apunta al objeto “mirada”, es decir, según la teoría del circuito pulsional de Lacan, la pulsión se origina en una zona erógena (ojos), gira alrededor del objeto parcial (mirada), y vuelve  a la zona erógena, y es en sí otra forma de la pulsión de muerte, ya que persigue su propia extinción al ser un intento de ir más allá de la satisfacción del deseo.
El síntoma aparece indistintamente en otros personajes, como en los individuos dentro de la barca  tal es el caso de tres pasajeros de la barca, dos a los pies de Caronte y uno al extremo izquierdo de la composición que aparece sujetándose sentado con la cabeza gacha  cubriéndose el rostro con ambas manos, nervioso. En dichos personajes la desesperación se expresa a través del síntoma que anuda lo real, lo simbólico y lo imaginario, no busca interpretación pues el síntoma es en sí mismo, es goce del inconsciente que expresa la relación del inconsciente con el cuerpo y es, a su vez, una transacción entre dos deseos conflictivos: la búsqueda de la completud contra el miedo a la castración ante el hecho de no ser completados por el Otro, ese Otro que es lo siniestro del mundo para el cual no somos el deseo por tanto no somos importantes. Este síntoma esta expresado en la metáfora del barquero siniestro que nos determina y nos produce goce.
Las mujeres envueltas en túnicas blancas de aspecto fantasmagórico, tienen aspecto diferente respecto a los demás, a pesar que gozan de la misma condición. En el orden de lo imaginario el fantasma aparece como la imagen que persiste en la mente y tiene la matriz formulada en el imago en el estadio del espejo. El fantasma guarda relación con el objeto a, ya que al perdurar en el sujeto, éste busca dicho objeto a en los otros. El fantasma en el cuadro es aquello que a pesar de la escena terrorífica del mundo siniestro en el cual estamos, persiste como la esperanza, la voz de la madre que protege, es la imagen en la cual nos identificamos.
Benlliure en esta obra retrata lo siniestro del mundo, como aquello indescifrable e incomunicable, el indicio de lo real fuera del orden imaginario y simbólico, aquello que castra. Es una crítica al mundo contemporáneo narcisista. En este sentido Benlliure toma lo siniestro del mundo y juega con el morbo del espectador, tal como mencionaba Lacan: “todo arte es sinestro”, y por tanto la humanidad está sumergida en el mundo siniestro el cual nunca nos dará satisfacción.


COMENTARIO

La obra de José Benlliure refleja el estado emocional más allá de ser una representación alegórica- simbólica a las que acostumbra el autor. A mi parecer  es sumamente interesante estudiar piezas como esta que no solo connotan un mensaje estético y funcional sino también cumplen una función comunicativa de lo que en aquellos tiempos se percibía acerca del mundo y su destino.
El público al cual parece haber sido dirigida esta obra es académico, culto; es decir no está dirigida para un público en general ya que el mensaje está muy codificado, oculto entre simbolismos y alegorías donde lo que da indicio además de la temática y la croma, es meramente el gesto y la connotación contextual.
Cabe recalcar algunos aspectos que estimularon esta creación sin duda está el contexto histórico que sumergía al mundo en una preocupación sobre la humanidad, y la continuidad de la vida, así como la razón de la existencia misma. Es una obra intensa, pesimista sin duda contiene gran riqueza interpretativa por el hecho que el artista ha depositado en ella su mundo interior y preocupación por el destino de la humanidad.

Por esta razón recalco la importancia de la expresión artística para las sociedades como un instrumento que permite conocer no solo un evento histórico como anecdótico sino también conocer el pensamiento y psicología de la humanidad de ese entonces.




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